Evangelio del Día 26 de septiembre del 2020

Evangelio Según San Lucas 9, 43b-45

Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: «Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres». Pero ellos no entendían estas palabras: Su sentido les estaba velado de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.

Reflexión sobre el Evangelio del Día

Cuando hablamos de Jesús, podemos entender que fue un ser 100% humano y 100% Dios, muchas veces no entendemos por qué las cosas pasan de distintas formas, pero lo que si podemos estar seguros y claros es que todo lo que Dios hace por nosotros es con un propósito maravilloso que en su momento y tiempo entenderemos el motivo de por qué pasaron así.

Jesús es un Ser de luz, un Espíritu lleno de amor y perfección que nos abriga y abraza en los momentos de mayor dificultad en nuestra vida. Él junto a su Padre Celestial es nuestro creador y debemos nuestra gracia y adoración únicamente a ellos.

La palabra de Dios dice que toda alabanza y dominio sean a la santísima trinidad, (Espíritu Santo, Dios y Jesús), nuestro Padre que está en los cielos nos dará abundante gracia y bendición a medida que lo busquemos, esto no quiere decir que dejaremos de tener problemas y dificultades, pero sinceramente se nos hará mucho más fácil llevar la carga.

Cuando Jesús vino a la tierra sabía el propósito tan grande que tenía con la humanidad, no era una tarea fácil, debía morir por su pueblo para redimirlos del pecado instituido por Adán y Eva, y no era una muerte sencilla, todos sabemos que para el tiempo de los romanos las muertes eran muy fuertes, sin embargo, fue obediente y gracias a eso, hoy por hoy somos salvos, abrió el camino para con el Padre a través de ese acto de bondad, así que no debemos desperdiciar tan privilegiada salvación, busquemos a Dios de todo corazón, tiene grandes planes para nosotros..

Leer Tambien:  Evangelio del Día 04 de septiembre del 2020

Oración del Día

Magníficat

Mi alma proclama la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;

porque ha mirado la humillación de su siervo. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es santo,

Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación, él hace proezas con su brazo,

Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia al menesteroso, cuida a tu siervo, recuérdame y lléname de tu misericordia

Como lo habías prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Escóndeme de mis angustiadores, líbrame de todo mal y peligro, encomiendo a ti mis caminos.

Guíame por sendas de rectitud, ayúdame a dar de gracia lo que tu mi Dios me has dado.

No me dejes caer en tentación, cúbreme con tu sangre preciosa, y tu manto sagrado.

“Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén”.

Salmos 24: 1-10

De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan.

Porque él la fundó sobre los mares,
Y la afirmó sobre los ríos.

¿Quién subirá al monte de Jehová?
¿Y quién estará en su lugar santo?

El limpio de manos y puro de corazón;
El que no ha elevado su alma a cosas vanas,
Ni jurado con engaño.

Tal es la generación de los que le buscan,
De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob. Selah

Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.

¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla.

Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.

¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria. Selah

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