Evangelio del Día 25 de agosto del 2020

Evangelio según San Marcos 2,1-12.

Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa, e inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.

Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones?

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

Reflexión sobre el Evangelio del Día

Las cosas de Dios son totalmente impresionantes, son maravillas que asombran a multitudes y los deja atónitos, Jesucristo en su vida aquí en la tierra hizo muchos prodigios y milagros, sanó enfermos, levantó muertos, y muchas cosas más, las personas al ver estas cosas glorificaban el nombre de Dios, entendiendo por el espíritu que estas venían directamente del cielo.

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En esta oportunidad se ve reflejada inmensamente la fe de estos hombres al no poder entrar a la casa donde estaba Jesús por la cantidad de personas que había, tuvieron que ingeniárselas y subieron a su amigo que estaba paralítico a la azotea y abrieron un espacio en el techo y a través de unas cuerdas bajaron al enfermo, Cristo le dijo tus pecados te son perdonados y el hombre se levantó y camino, pero como era de esperarse en el lugar se encontraban escribas y fariseos que siempre buscaban la manera de hacer quedar mal a Jesús.

Él conociendo que murmuraban en su corazón les explico que era hijo de Dios y todos se quedaban perplejos al escuchar estas palabras, muchos no creían pero otros levantaban sus manos y adoraban al Rey de Reyes. Esto nos enseña que aunque muchas personas vean la gracia de Dios en sus vidas siempre van a murmurar en contra de nuestro creador, esas personas son aquellas que tienen un mal corazón, que no son humildes sino que buscan su propio beneficio, pero a estos individuos si no se arrepienten en su tiempo llegara el juicio de Dios.

Te invitamos en este día a que busques a Cristo con toda tu alma, grandes cosas tiene preparadas para ti, no dudes más, entrégale tu corazón y todos tus problemas se van a aligerar, ¡Dios te Bendiga!

Oración del Día

Acto de arrepentimiento

Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todos mis pecados y los aborrezco,

principalmente porque te ofendí, eres digno de amor por encima de todas las cosas.

Por eso propongo firmemente, con ayuda de Tu gracia, no pecar más y huir de toda ocasión de pecado.

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Me propongo también apartarme del camino malo, empezar a caminar en tu voluntad

Ayúdame a cambiar de dirección, a cambiar mi vida y darte la gloria en todo,

porque mereces gloria, honra, alabanza, adoración y todo mi corazón, Amén.

Salmos: 55-17-23

En cuanto a mí, a Dios clamaré;
Y Jehová me salvará.

Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,
Y él oirá mi voz.

Él redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,
Aunque contra mí haya muchos.

Dios oirá, y los quebrantará luego,
El que permanece desde la antigüedad;
Por cuanto no cambian,
Ni temen a Dios. Selah

Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él;
Violó su pacto.

Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,
Pero guerra hay en su corazón;
Suaviza sus palabras más que el aceite,
Más ellas son espadas desnudas.

Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;
No dejará para siempre caído al justo.

Más tú, oh Dios, harás descender aquellos al pozo de perdición.
Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;
Pero yo en ti confiaré.

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