Evangelio Según San Marcos 12: 35-44
Enseñando Jesús en el templo, decía: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?
Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. David mismo le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo? Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.
Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que gustan de andar con largas ropas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación.
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.
Reflexión sobre el Evangelio del Día
Jesús era muy querido por las personas, cada vez que pasaba por alguna ciudad la gente le perseguía y esperaban atentos para escuchar su predicación. Una de las cosas más interesantes es que él se comunicaba a través de parábolas, y solo los que tenían el corazón dispuesto a escucharlo eran los que recibían la revelación de quien era él.
Sus sabias palabras siempre sorprendían a los pueblerinos y decidían seguirle, pero también es su carrera consiguió muchos enemigos, que en su mayoría eran los mismos religiosos porque el maestro les hablaba de frente y les reprendía por su mal ejemplo de lo que era la ley; esto hacía que lo criticaran y condenaran por todo lo que decía, y claro se enardecían porque tenían el corazón cerrado a la verdad.
Ahora por otra parte Jesús enseñaba a sus discípulos que aquella mujer viuda había echado en el arca de las ofrendas a Dios todo lo que tenía. Ya el maestro lo sabía todo, y quiso dar a entender que nosotros tenemos que dar el todo por el todo. Si vamos a darle una ofrenda a Dios tiene que ser lo mejor, lo escogido, y lo apartado, porque él se lo merece; y no tiene que ser necesariamente dinero, puede ser tu tiempo, tu servicio, o tu profesión para ayudar a los demás. Pero que nada te limite a darlo todo por el Señor.
Oración del Día
Acto de fe
Padre amado, en este día te doy gracias por todas las
maravillas que me ofreces y por darme la oportunidad
de conocerte, es por eso que quiero aceptarte como mi único
Señor y Salvador, creo en tu palabra, creo en el Hijo y el Espíritu Santo,
creo que tu voluntad que es buena, perfecta y agradable,
ayúdame a sentir que estás cerca de mí, y ayúdame
A querer lo que tú quieres para que me vaya bien amen.
Salmos 10: 1-15
¿Por qué estás lejos, oh Jehová,
Y te escondes en el tiempo de la tribulación?
Con arrogancia el malo persigue al pobre;
Será atrapado en los artificios que ha ideado.
Porque el malo se jacta del deseo de su alma,
Bendice al codicioso, y desprecia a Jehová.
El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios;
No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.
Sus caminos son torcidos en todo tiempo;
Tus juicios los tiene muy lejos de su vista;
A todos sus adversarios desprecia.
Dice en su corazón: No seré movido jamás;
Nunca me alcanzará el infortunio.
Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude;
Debajo de su lengua hay vejación y maldad.
Se sienta en acecho cerca de las aldeas;
En escondrijos mata al inocente.
Sus ojos están acechando al desvalido;
Acecha en oculto, como el león desde su cueva;
Acecha para arrebatar al pobre;
Arrebata al pobre trayéndolo a su red.
Se encoge, se agacha,
Y caen en sus fuertes garras muchos desdichados.
Dice en su corazón: Dios ha olvidado;
Ha encubierto su rostro; nunca lo verá.
Levántate, oh Jehová Dios, alza tu mano;
No te olvides de los pobres.
¿Por qué desprecia el malo a Dios?
En su corazón ha dicho: Tú no lo inquirirás.
Tú lo has visto; porque miras el trabajo y la vejación,
para dar la recompensa con tu mano;
A ti se acoge el desvalido;
Tú eres el amparo del huérfano.
Quebranta tú el brazo del inicuo,
Y persigue la maldad del malo hasta que no halles ninguna.